La relación entre conciencia estética y turismo.
Viajar requiere un estado de ocio, sensación de libertad, imaginación artística y gusto estético. Hay un cartel en el camino que sube a la montaña de los Alpes: "Vaya despacio, disfrútelo", que expresa el verdadero significado del turismo. El famoso esteticista japonés Nobuyoshi Imado describe la belleza como "una interrupción vertical de la conciencia cotidiana", lo que también puede utilizarse como descripción del estado del turismo. Un verdadero turista no debe ser un transeúnte que pasa apresuradamente, sino un experimentador de todo el proceso de jugar con las cosas, viajar alrededor de ellas y apreciarlas. Esto requiere que consideremos plenamente las necesidades de ocio, estéticas y de experiencia de las personas en la construcción de paisajes turísticos y la prestación de servicios turísticos. Cómo mejorar el ámbito estético de los paisajes turísticos, cómo mejorar la calidad cultural estética de los proveedores de servicios turísticos y cómo guiar los gustos estéticos de los turistas se han convertido en temas urgentes e importantes en el turismo humanista.
En el libro “Experience Economy” (Economía de la Experiencia) escrito por Joseph Pine y James Gilmour, cofundadores de Strategic Horizon LLP en Estados Unidos en 1999, la experiencia se define como “una empresa toma el servicio como El escenario y los enfoques en los productos básicos se utilizan como accesorios, con los consumidores como centro, y creamos actividades que permiten a los consumidores participar y son dignas de sus recuerdos”. La economía de la experiencia es una nueva forma económica creada a partir de la satisfacción de las diversas experiencias de las personas. Desde su nacimiento, la vida económica humana ha pasado por cuatro etapas de desarrollo: economía agrícola, economía industrial, economía de servicios y economía de la experiencia. La experiencia se ha convertido gradualmente en la forma económica dominante después de la economía agrícola, la economía industrial y la economía de servicios. Cada vez más consumidores anhelan experiencias y cada vez más empresas diseñan y venden experiencias cuidadosamente. En la economía de la experiencia, las empresas ya no solo venden bienes o servicios, sino que brindan la mejor experiencia y están llenas de poder emocional, dejando a los clientes recuerdos placenteros e inolvidables.
Desde esta perspectiva, en la era de la economía de la experiencia, cada vez que un cliente compra un producto o servicio, no se trata esencialmente de un producto o servicio real, sino de un sentimiento, una emoción y una experiencia física, intelectual e incluso espiritual. El turismo es una economía de experiencias naturales. Como una forma importante para que las personas busquen novedad, novedad, belleza y conocimiento, es en sí misma una economía de experiencias. Deberíamos tener una comprensión completa de la naturaleza de ocio, estética y experiencial de las actividades turísticas, y esta revista está dispuesta a hacer sus propios esfuerzos para explorar estos temas.