¿Qué debo hacer si mi hijo tiene miedo?
Las rabietas son un fenómeno que aparece en niños alrededor del año de edad. Una vez que se sienten infelices, se "enfadan" y, a veces, se señalan a sí mismos. El período pico de rabietas es a la edad de dos o tres años, lo que está relacionado con la formación inicial de su autoconciencia y su capacidad limitada de expresión del lenguaje. Los niños tienen sus propias opiniones, pero no pueden expresarlas bien. Al mismo tiempo, los padres de niños de esta edad deben comenzar a regular el comportamiento de sus hijos, lo que se llama socialización. Durante este período, los padres y los niños pueden fácilmente adquirir protagonismo. Por un lado, los padres deben respetar y satisfacer las necesidades y sentimientos de sus hijos. Por otro lado, debemos elegir cuidadosamente regular y corregir el comportamiento de los niños de manera que no dañen su autoestima. Generalmente, este fenómeno durará hasta los cuatro o cinco años y mejorará en el futuro. El hecho de que un niño pierda los estribos no significa que sea "malo". A su edad, está haciendo lo que quiere hacer.
Enumere las seis razones principales por las que los niños pierden los estribos
1. Si los padres miman a sus hijos y les dejan hacer lo que quieran, los niños tenderán a aprovecharse de los fracasos de sus padres para lograr sus propios deseos. Esta indulgencia y falta de educación desarrolla en ellos un temperamento violento.
2. Sufrir contratiempos. La frustración es también una de las principales razones por las que los niños pierden los estribos y lloran. Los niños de dos años crecen rápidamente y tienen un fuerte deseo de ser independientes y "dominar" las cosas, pero a menudo se ven obstaculizados por los adultos o por sus propias capacidades limitadas. En este momento, los niños se sentirán deprimidos por sus capacidades limitadas y enojados por su propia incompetencia, por lo que necesitan desahogarse.
3. Imitar a los adultos. Algunos adultos se enojan fácilmente cuando sucede algo. Si los padres o profesores se enojan con facilidad, los niños los imitarán. Muchos padres ven sus propios reflejos en sus hijos, ya sean lindos u odiosos e irritables.
4. Cansancio físico. La fatiga física puede ser causada por falta de sueño, fatiga excesiva, etc. Es posible que los niños de 2 a 3 años ya no tomen siestas, pero su fuerza física aún no es suficiente para sostenerlos por mucho tiempo, y la fatiga física puede fácilmente enojar a las personas. Los bebés pueden enfadarse fácilmente si mojan los pañales, tienen hambre o están débiles.
5. Problemas de salud. El malestar físico y las enfermedades pueden afectar la capacidad de control. Los niños pueden perder fácilmente el autocontrol cuando se encuentran con algo desagradable. Además, durante la enfermedad, el niño recibirá un trato especial. Una vez que mejore y se cancele el tratamiento especial, pero si no se cancela en su corazón, el niño perderá los estribos.
6. Estado dietético. Algunos alimentos pueden desencadenar sensibilidades en los niños, provocando que pierdan el autocontrol. Las sensibilidades alimentarias varían de persona a persona. Los alimentos comunes que causan alergias incluyen colorantes, conservantes, chocolate o exceso de azúcar.
Los padres inteligentes se enfadan con sus hijos con habilidad.
Cuando un niño pierde los estribos, los padres primero deben comprender por qué el niño pierde los estribos; en segundo lugar, comprender cómo el niño expresa sus necesidades al perder los estribos y luego comunicarse con el niño, comprenderlo y satisfacerlo; necesidades razonables del niño; finalmente, se le debe decir claramente que su respuesta no es bienvenida.
1. Muéstrale afecto
▲Asegúrate de mantener la calma. Los padres enojados hacen que sus hijos se enojen más. Recuerde, está tratando con un niño: su propio hijo, no un monstruo que quiere atraparlo. Puede desahogar su ira, pero no la dirija hacia su hijo; después de todo, los niños tienen poco autocontrol.
▲Hablarle suavemente a tu hijo es bueno para calmarlo. Si su hijo está gritando, simplifique su lenguaje y háblele con calma. No dejes que tu hijo se queje ni sea demasiado infantil.
▲Manténgase cerca de su hijo, abrácelo y ámelo. La intimidad física puede ser un gran consuelo y puede alegrar el estado de ánimo. Haga que su hijo se siente en su regazo o siéntese cerca de él para ayudarlo a calmarse.
▲Si tu hijo pierde los estribos porque está enfermo, debes mostrarle simpatía en este momento. Puedes buscar juguetes que sueles coleccionar y dárselos para que juegue. Porque su temperamento no era descabellado.
▲Cuando muestre algo de autocontrol, debes elogiarlo de manera específica. Por ejemplo, tira cosas cuando pierde los estribos. Aunque esta vez perdí los estribos, no tiré nada, así que debería ser elogiado.
2. Ignóralo
▲A veces el niño llorará a propósito porque quiere ponerte a prueba. En este momento, mientras te mantengas firme, él verá que no hay esperanza de controlarte, se calmará y no llorará a voluntad.
▲El niño pierde los estribos porque no puede conseguir algo. Nunca le des algo sólo para mantenerlo callado. Si se sale con la suya cuando pierde los estribos, se sentirá más cómodo perdiendo los estribos en el futuro.
▲Si tu hijo llora de forma aleatoria y tú no soportas su llanto, puedes ir a otro lugar para realizar actividades ruidosas, como chupar el suelo o clavar cosas. No preste atención a lo que dice o hace su hijo cuando llora. Hágale saber que no tiene sentido gritar. Sólo hablando bien podrás concentrarte.
3. Desvía tu atención
▲La música tiene un efecto calmante. Poner algo de música puede atraer la atención de su hijo y dejar de llorar.
▲De repente puedes proponer algo nuevo. Si le pides a tu hijo que lo haga contigo, se olvidará de perder los estribos.
▲Susurre algo interesante al oído de su hijo o comience a contarle una historia. Es probable que el niño deje de llorar sólo para escuchar la historia.
▲Si siente que su hijo se está poniendo cada vez más nervioso, déjelo jugar un juego divertido, leer un libro o simplemente llevarlo al aire libre.
4. Política de aislamiento
▲Lleva al niño con calma a otro lugar tranquilo y dile que vuelva cuando deje de llorar. Cuando regrese, cuéntale lo que acabas de decir.