Red de conocimientos turísticos - Curso de fotografía - Una madre de 110 años y un hijo de 88 años en Quanzhou fueron tomados de la mano a una fiesta de té. ¿Cómo te sientes al ver esta escena?

Una madre de 110 años y un hijo de 88 años en Quanzhou fueron tomados de la mano a una fiesta de té. ¿Cómo te sientes al ver esta escena?

A mis 88 años, todavía puedo llevar a mi madre a ir de compras y a tomar té. El sentimiento en esta escena es ciertamente de envidia. Espero que cuando tenga 80 años pueda hacer cosas maravillosas con mis padres.

Cuando estás vivo, tus padres están aquí, tu hogar está allí y tu calor está allí. Si tus padres están muertos, la vida es sólo el camino a casa y se volverá fría. Por eso, no importa la edad que tengamos, mientras nuestros padres sean siempre niños, siempre podremos sentirnos llenos de felicidad. En este sentido, cuando vi a mi abuelo, que tenía más de 80 años, todavía tomé felizmente la mano de mi madre y caminé. Tan conmovedor y conmovedor. Es algo con lo que las personas mayores han soñado durante muchos años, pero muchos de ellos no se pueden realizar, lo cual es muy valioso.

¿Qué pasó?

En Quanzhou, Fujian, hay un anciano llamado Wang que este año cumple 88 años. Sin embargo, puede llevar a su madre de 110 años a todas partes para jugar, pasar el rato y tomar té. Esta escena atrajo a muchos turistas para observar y tomar fotografías. Según el abuelo Wang, tanto él como su madre gozan de buena salud. Les gusta pasear, por eso están de buen humor. Tengo que elogiar a los dos ancianos por gozar de muy buena salud. No necesitaron ayuda de nadie, y mucho menos una silla de ruedas, durante todo el viaje. Son buenos para caminar y patear. Lo que es aún más conmovedor es que es maravilloso para un hijo tan mayor tener a su madre a su lado y hacer lo que quiere hacer.

Sentí envidia cuando vi esta escena.

Cuando vi esta escena, lo primero que pensé fue que tenía mucha envidia. Espero que cuando tenga más de 80 años también pueda viajar con mis padres y disfrutar juntos de la alegría de este mundo. La vida dura sólo unas pocas décadas y es algo maravilloso. Al respecto, antes de conocer a su madre y a su hijo, me sentí aún más cálido, envidioso y muy conmovido. En cierto sentido, poder acompañar a tus padres no es sólo algo filial, sino también algo muy feliz. Mi familia siempre está ahí y mi felicidad también. Por eso espero que los jóvenes pasen más tiempo en casa y con sus familias.