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¿Cuál es la diferencia entre una persona violenta y el cerebro?

En 2017, un hombre armado con un rifle disparó 1.000 balas contra la multitud en el piso 32 del hotel Mandalay Bay en Las Vegas, matando a 58 personas e hiriendo a otras 869. El tirador se suicidó en la escena del crimen y posteriormente su cerebro fue transportado a la Universidad de Stanford. Los científicos están tratando de analizar el cerebro y explicar este cruel evento desde una perspectiva neurocientífica.

¿Pueden los científicos encontrar algo en el cerebro de los criminales? De hecho, hay mucho por descubrir para los científicos. Si bien actualmente no existen pruebas genéticas para el homicidio, el estudio del cerebro de las personas que participan en este comportamiento puede proporcionar información sobre cómo el cerebro controla la violencia.

Los neurocientíficos han descubierto circuitos neuronales en el cerebro responsables de otros comportamientos humanos complejos a través de algunos métodos experimentales, como caminar, hablar, leer, etc. Asimismo, pueden utilizar estos métodos para identificar los circuitos neuronales que controlan el comportamiento agresivo, nuevos hallazgos que podrían ayudar a revelar las bases neurobiológicas de la violencia extrema.

En la naturaleza, la violencia física (incluso el comportamiento fatal) es una estrategia central de supervivencia del más apto, y todos los animales han desarrollado circuitos neuronales específicos para ejecutar y controlar el comportamiento agresivo. En 1920, Walter Hess utilizó estimulación eléctrica en gatos en un experimento con animales y descubrió que hay un área del cerebro en lo profundo del hipotálamo que controla la violencia agresiva. Los resultados experimentales también muestran que esta área se activa cuando ocurren otros impulsos o comportamientos incontrolables (como el sexo, la alimentación). Los humanos tenemos la misma estructura neuronal llamada zona de ataque hipotalámica.

Este descubrimiento dio lugar al concepto popular de "cerebro de lagarto": la idea de que los impulsos primitivos de los humanos están controlados por centros nerviosos que evolucionaron desde la antigüedad. En algunos casos, la alteración de estas funciones neuronales puede desencadenar comportamientos bestiales en los humanos. Desde Hess y durante los siguientes cien años, los neurocientíficos han explorado qué circuitos en el cerebro son responsables de transmitir información a la zona de ataque hipotalámica, activando o desencadenando así un comportamiento agresivo.

Recientemente, nuevas tecnologías pueden ser capaces de responder a estas preguntas, como la optogenética, una técnica experimental que puede controlar el encendido y apagado de los circuitos neuronales. También existen endoscopios de fibra óptica, a través de los cuales podemos registrar la activación de las neuronas durante la violencia en animales de experimentación. De hecho, ahora tenemos la capacidad de identificar los circuitos neuronales que controlan la ira y la agresión.

Fisiológicamente hablando, la provocación constante provocará la agresión humana. Desde una perspectiva neurocientífica, sólo hay unos pocos circuitos neuronales en el cerebro que controlan este comportamiento, y todavía estamos descubriendo y entendiendo cómo funcionan, lo cual es un trabajo muy importante. Debido a que la capacidad de nuestro cerebro para controlar el comportamiento agresivo es tan importante para la supervivencia individual, una vez que una enfermedad, drogas o problemas psiquiátricos dañan los circuitos neuronales que controlan el comportamiento agresivo, puede tener consecuencias graves.