"Aprendizaje de la persuasión, Parte 2, Igualdad" por Yukichi Fukuzawa (1)
El primer artículo comienza con: Todas las personas nacen iguales, independientemente de las diferencias, y son libres. Ahora quiero empezar aquí. Las personas nacen, no mediante el esfuerzo humano. La razón por la que las personas deben respetarse y amarse unos a otros, cumplir con sus deberes y no obstaculizarse mutuamente es porque, como del mismo tipo, compartimos el mismo cielo y somos la creación entre el cielo y la tierra. Al igual que los hermanos y hermanas de una familia, viven en armonía porque pertenecen a la misma familia y disfrutan de tener un padre y una madre.
Así que no hay duda de que la relación entre las personas es igualitaria. Sin embargo, la igualdad aquí mencionada no se refiere a la igualdad en las condiciones externas, sino a la igualdad moral en los derechos. Cuando hablamos de condiciones externas, encontraremos que existe una enorme brecha entre las personas: ricos y pobres, fuertes y débiles, celebridades chinas sabias y estúpidas viven en palacios, se visten hermosamente y comen bien, y los trabajadores viven en callejones pobres. Aquí falta comida y ropa. Las personas con gran sabiduría pueden ser funcionarios, hacer negocios y cambiar el mundo. Las personas sin sabiduría solo pueden hacer pequeños negocios en sus vidas, desde un fuerte luchador de sumo hasta una delicada princesa. Hay que decir que hay una diferencia enorme. Pero desde la perspectiva de los derechos y la moral, son completamente iguales y no hay distinción entre ellos. La llamada moralidad correcta significa respetar la vida de todos, proteger la propiedad de todos y valorar la reputación de todos. Dado que Dios ha dado a las personas vida, cuerpo y alma para permitirles practicar este principio, éste no debe ser dañado por el poder humano en ningún caso.
(continuación)