En las tácticas de vuelo de las abejas, los científicos llevaron a las abejas a una caja de plástico transparente e instalaron tres grabadoras de vídeo de alta velocidad en la caja para tomar instantáneas en 3D de las abejas 6.000 veces por segundo. Descubrieron que las abejas que revolotean a menudo baten sus alas de un centímetro de largo a un ritmo de 240 veces por segundo. Cada aleteo tiene solo 90 grados, más pequeñas que las de otros insectos, pero más rápidas. Debido a que otros insectos aletean menos de 200 veces por segundo, la amplitud de cada aleteo supera los 165 grados. Según una antigua suposición entre los expertos en vuelo, cuanto más pequeño es el insecto, más rápido baten sus alas. Las abejas son una excepción a este respecto. Por ejemplo, la abeja melífera italiana (Apis mellifera) bate sus alas de 10 mm de ancho hasta 240 veces por segundo, mucho más rápido que la mosca de la fruta, mucho más pequeña, que bate sólo 200 veces por segundo. ¿Por qué las abejas con alas cortas baten las alas más rápido y mejor? Para averiguarlo, los investigadores también observaron cómo los insectos volaban a baja presión y a gran altura. Cuando vuelan a una colmena con concentraciones muy bajas de oxígeno y helio, el aire del interior es tan fino como a 9.200 metros sobre el nivel del mar. En ese momento, para apoyar su vuelo, la abeja tuvo que aumentar la amplitud del aleteo a casi 140 grados, lo que está cerca de la amplitud del aleteo de otros insectos. Este inusual patrón de vuelo de las abejas está diseñado para satisfacer las diferentes necesidades que enfrentan durante el vuelo. Porque, en términos de cambio de velocidad, los disparos a corta distancia son más rápidos y los disparos a larga distancia son más rápidos.
Los investigadores han descubierto que cambiar la dirección de las alas de una abeja puede generar energía adicional. Los trabajadores clave en el campo de la investigación del vuelo de los insectos fueron Charles Illington de la Universidad de Cambridge y otros científicos, incluido Dickson. El gran modelo de insecto robótico que Dixon construyó en 1996, el Robot Flying Insect, ayudó mucho. Mientras las alas del robot batían hacia adelante y hacia atrás, midieron la fuerza en diferentes partes. Los científicos descubrieron que la elevación generada por las abejas era errática, pero que la mayor fuerza se generaba al principio, a la mitad y al final de cada latido. Otra fuerza extraña es la fuerza extramasa que se sabe que alcanza su punto máximo al final de cada latido. Esta fuerza también aumenta la aceleración cuando el ala cambia de dirección. En otras palabras, cambiar la dirección de las alas crea potencia extra. Los investigadores descubrieron que la mayoría de los insectos baten sus alas con más frecuencia, mientras que las abejas las baten con menos frecuencia pero con más fuerza. Una forma de ser es ineficiente e inestable. Los científicos creen que los inusuales patrones de vuelo de las abejas son una adaptación a las diferentes demandas que enfrentan durante el vuelo. Son más livianos cuando buscan miel; cuando están cubiertos de polen o huevos, pesan el doble. En términos de cambio de velocidad, las distancias cortas son más rápidas y las distancias largas son más rápidas, por lo que el patrón de vuelo de las abejas puede cambiar en gran medida su impulso ascendente. De acuerdo0|ComentarioDe acuerdo0|Comentario