Durante la Segunda Guerra Mundial, ¿por qué los judíos no fingieron que no eran judíos para evitar tal daño?
Pero si esta transformación se considera verdadera, entonces esta transformación se ha convertido en un miembro de pleno derecho de la sociedad cristiana. A veces el nuevo converso se volvía demasiado fanático e incluso se convertía en un antisemita muy notorio. Sin embargo, bajo Adolf Hitler no lo logró. Para el Führer, la raza era lo más importante, pero la fe no. Las Leyes de Nuremberg promulgadas en 1935 contenían lo que podría considerarse una interpretación estrictamente judía.
Se considera judía a una persona que tiene tres o cuatro abuelos judíos. Una persona con uno o dos abuelos judíos era considerada traviesa. Que una persona traviesa sea judía depende de su comportamiento. Casarse con un judío, ser amigo de un judío o expresar insatisfacción con el gobierno convertían a esa persona en judía. Por el contrario, casarse con un no judío y ser muy leal al gobierno reduce el riesgo.
Es muy difícil, si no imposible, ocultar tu identidad judía en Alemania. La burocracia es fuerte y las estadísticas son casi perfectas. Un funcionario del gobierno sabe quiénes son tus abuelos. Si tres de ellos son judíos, tu única esperanza es huir del país lo más rápido posible. La situación puede haber sido diferente en otros países, donde las burocracias eran a menudo ineficientes y los nazis enfrentaron muchos obstáculos diferentes, como el sabotaje de las autoridades civiles o eclesiásticas locales.
A menudo pedían a los judíos que se presentaran (¡muchos lo hicieron!) y luego confiaban en informantes locales, características físicas como la circuncisión. Hay que tener en cuenta que la situación puede diferir en los diferentes países ocupados. En Francia, cuando los nazis arrestaron a judíos, a menudo les concedieron el beneficio de la duda porque no querían arrestar a un francés no judío. En Polonia o Rusia no son tan cautelosos.