En "Marion Bader" del año pasado, Ellen Resnais se entregó salvajemente a temas de memoria y olvido. En una ciudad con estilo arquitectónico barroco, se lleva a cabo una representación dramática y un hombre conoce a una mujer. El hombre le dijo a la mujer que se conocieron aquí hace un año y ella prometió volver a encontrarse aquí un año después e irse con él. Al principio no lo creía, pero seguían apareciendo hombres frente a ella, describiendo los detalles de su tiempo juntos. Entonces, A comienza a dudar de su memoria y comienza a creer que realmente pudo haber sucedido el año pasado: "El último año en Marion Bard" trata sobre narrativa y memoria. En el transcurso de la narración se desarrolla un estilo fuerte, una fascinación por los recuerdos, una realidad entrelazada con el pasado. Desde la incredulidad hasta la iluminación, es como un espejo dentro de un espejo, que refleja una parte de ti mismo que no puedes ver en tu vida diaria. El guionista de la película es Robert Griet, representante de la Nueva Escuela de Novela. En una nueva secuencia narrativa, construyó un tiempo y un espacio pertenecientes a su propio mundo interior. La película utiliza muchos flashbacks, que son atrevidos y continuos, como si fueran rayos X que cortan el corazón. Si eres adicto a los recuerdos, a veces los recuerdos son sólo apariencias. Si no los notas, recuérdalos, de lo contrario perderás tus verdaderos pensamientos internos.
Alan Resnais dispersó los nombres de las personas (los personajes ni siquiera tenían nombre, sólo a, m, x y otros nombres en clave, sin la certeza de tiempo y lugar, por lo que entró en pensamientos dudosos. Estaba en un cerrado. Gira en el tiempo y el espacio y añade una voz en off que no se corresponde con la escena. No sé si el tiempo y el espacio en la pantalla es un mundo externo objetivo o un pensamiento interno subjetivo. Para muchas personas, "El año pasado con Marion Bard" es desconocido, pero lo más importante es que, como experimento de relaciones narrativas y temporales, los logros cinematográficos y artísticos de la película la convierten en algo más que un simple regalo visual más allá de la trama. Desde el principio, un hombre recuerda una historia de amor del pasado en una atracción europea. Aquí, los recuerdos parecen necesarios, si no imposibles.