Dalian Yizheng Hotel

En el momento en que ingresó a la Escuela Experimental de Dalian, ¿sintió una fuerte motivación que lo empujaba hacia adelante? Esta fue mi profunda experiencia cuando entré por primera vez a esta escuela. Esta fuerza hizo que me enamorara irresistiblemente de esta escuela y también me permitió integrarme gradualmente a la vida del campus aquí. Aquí me encanta el amanecer en el campus, es la esperanza y el anhelo infinitos en mi corazón.

El campus bajo el amanecer

Al amanecer, el cielo del este estaba tan blanco como el vientre de un pez, y la cabeza de Xia Hong asomó tímidamente. Los edificios de enseñanza bajo el resplandor de la mañana, uno tras otro, son como un hermoso paisaje, agregando un color deslumbrante a la mañana del campus.

Campus bajo el atardecer

A medida que se pone el sol, el campus presenta otro tipo de belleza indescriptible. Ese tipo de belleza es tranquila y llena de vitalidad. El atardecer carmesí brilla sobre el lago como un enorme trozo de raso. Las plantas acuáticas verdes se mecen en el lago y la brisa sopla, provocando ondas en la superficie del lago. Los peces nadan libremente en el agua, como animando a este hermoso campus.

Compañeros diligentes

El sonido de la lectura provenía de los dos magníficos edificios de enseñanza, lo que es un testimonio del arduo trabajo de los estudiantes. De vez en cuando, sopla suavemente una brisa y la risa alegre de los niños flota por el campus, lo que es relajación y alegría después de estudiar. Cuando los estudiantes reciben el resplandor de la mañana y caminan por los hermosos senderos con pasos ligeros, se llenan de vitalidad y pasión juvenil. Y cuando se pone el sol, los compañeros charlan y ríen juntos, ¡qué cómodo y acogedor es!

Un maestro profundamente querido y respetado.

También hay profesores a los que queremos y respetamos profundamente. No son sólo nuestros guías intelectuales, sino también nuestros oyentes espirituales. Ya sea la ayuda que recibimos cuando encontramos dificultades o la alegría que compartimos cuando somos felices, se han vuelto indispensables en nuestro crecimiento. ¿No merecen esos profesores nuestro más sincero respeto?